jueves, abril 13, 2006

La singularidad

No es la primera vez que leo sobre la singularidad y, tomando en cuenta la difusión de la teoría, parece que no va a ser la última:
La Singularidad ─una noción que se ha infiltrado en multitud de ambientes, y cuyo portavoz más conocido dentro del género es Vernor Vinge─ describe el agujero negro que se creará en la historia en el momento en que la inteligencia humana pueda ser digitalizada. Cuando la velocidad y el alcance de nuestra cognición se nivele con la curva de precios de los microprocesadores, nuestro «progreso» se multiplicará por dos cada dieciocho meses, y luego cada doce meses, y luego cada diez, y finalmente cada cinco segundos.

Las Singularidades son, literalmente, agujeros en el espacio de los cuales no puede emerger ninguna información, y así los escritores de ciencia ficción murmuran ocasionalmente acerca de lo difícil que es contar una historia planteada tras el advenimiento de la Singularidad. Todo será diferente. Lo cual significa que el ser humano será tan diferente que lo que significa estar en peligro, o ser feliz, o sentirse triste, o cualquiera de los otros elementos que hacen que la tensión estrujar-y-soltar de un buen relato sea irreconocible para nosotros, los pre-Singularizados.
Como bien se pregunta el autor del artículo, no parece quedar muy claro si la singularidad es un sistema de creencias técnico o espiritual.

Si tuviera que dar una opinión al respecto, para mí la singularidad no es nada más que una creencia espiritual, algo así como una religión geek: promete extraordinarias realizaciones tecnológicas y científicas —que conforman el cuerpo de creencias de sus adeptos—, notoriamente persuasivas por cierto, pero no llega a producir hechos con los que fundamentar sus predicciones.

Es más, desde la década de los '60 vengo leyendo acerca de las promesas de la inteligencia artificial, que nunca se cumplen. Es razonable, entonces, el escepticismo con el que leo frases como digitalizar la inteligencia humana, progreso exponencial o pensamiento no biológico. No pasan de ser fórmulas retóricas y vacías, propias de una liturgia geek —si es que eso existe—; es probable que sean excelentes materiales para la ciencia-ficción especulativa, pero son nociones muy frágiles y difusas para cualquier otra finalidad.

Texto completo en idioma original del artículo. Hay traducción castellana (mediocre).